lunes, 11 de febrero de 2013

Las armas en la guerra de trincheras

Armas de infantería
El soldado de infantería común tenía cuatro armas a su disposición en las trincheras: el fusil, la bayoneta, la escopeta y la granada.
Lee-Enfield Rifle No. 4 Mk I.
El fusil británico estándar era el .303 (7,7 mm) Short Magazine Lee-Enfield (SMLE), diseñado originalmente como una carabina para la caballería, con un alcance máximo de 1 280 m (1 400 yd), aunque su alcance efectivo estaba más cercano a los 180 m (197 yd). El entrenamiento británico enfatizaba el disparo rápido más que la puntería. A comienzos de la guerra, los británicos fueron capaces de derrotar a los alemanes en la batalla de Mons y en la primera batalla de Ypres mediante los disparos de fusil en masa. No obstante, a medida que la guerra de trincheras se fue desarrollando, la posibilidad de reunir una línea de fusileros era rara.
Por su parte, los alemanes contaban con el 8 mm (.312 in) Mauser Gewehr 98 (G98), que era tan bueno o incluso mejor que el británico en lo que respecta a fiabilidad, alcance y precisión. Estaba, sin embargo, menos preparado para el fuego rápido, debido a que admitía la mitad de balas que el fusil británico.
Fusil alemán Mauser Gewehr 98.
Los fusiles franceses (Lebel) y rusos (Mosin-Nagant) eran en general inferiores a los alemanes y británicos en la mayoría de los campos, y especialmente en fiabilidad y acabado.
El soldado británico estaba equipado con una espada-bayoneta de unos 53 cm (21 in), que era demasiado larga para ser empleada, particularmente en combates cuerpo a cuerpo. No obstante, usar la bayoneta era más seguro que disparar un fusil en esos momentos, puesto que en una mêlée (combate cuerpo a cuerpo inesperado) se podía herir o matar a un compañero en lugar de al enemigo. Los registros británicos muestran que sólo el 0,3 % de las heridas eran causadas por bayonetas, aunque un ataque con bayoneta era muy probable que acabase con la muerte del enemigo. Una carga con bayoneta podía ser efectiva para inducir el terror en las filas enemigas y animarles a huir o a rendirse. Se utilizaba mucho para rematar a enemigos heridos durante un avance, ahorrando munición a la vez que se reducía la posibilidad de ser atacados desde la retaguardia. Los soldados imperiales ingleses también llevaban su propia bayoneta M1898 "Butcher-blade" (filo de carnicero), que era un arma mortal en campo abierto, pero que también planteaba muchas dificultades de uso en las estrechas trincheras.
Muchos soldados preferían un arma tipo espada corta o incluso herramientas de construcción de trincheras antes que la bayoneta. En ese caso afilarían el final del cuchillo para que fuese tan efectivo como una bayoneta, mientras que su longitud más corta los hacía más manejables en las trincheras. Estas herramientas también podían usarse para cavar una vez se hubiese tomado una trinchera.
Dado que las tropas a menudo no estaban equipadas adecuadamente para la guerra de trincheras, en las primeras batallas eran habituales las armas improvisadas, como puñales de madera o mazas metálicas, así como todo tipo de cuchillos cortos e incluso puños americanos. A medida que la guerra siguió adelante se fue mejorando el equipamiento y se desecharon este tipo de armas improvisadas.
Las escopetas las utilizaron principalmente los americanos en el frente oeste. En lugar de una única bala a gran velocidad, la escopeta dispara un número mayor de bolas de metal llamadas perdigones. Si bien uno solo de esos balines causa mucho menos daño que una bala de rifle, la carga estándar de un cartucho de escopeta solía causar muchas heridas graves a corta distancia, incrementando las posibilidades de una herida que dejase al enemigo fuera de combate. Una escopeta cargada con cartuchos era un arma formidable a corto alcance, hasta el punto de que Alemania hizo una protesta formal sobre su uso el 14 de septiembre de 1918, estableciendo que "todo prisionero al que se le encuentre en su poder ese tipo de armas o munición pone en riesgo su vida" (aunque esta amenaza aparentemente no llegó a llevarse a cabo). Los militares estadounidenses comenzaron a usar escopetas de cartuchos modificadas especialmente para la guerra de trincheras, con cañones más cortos, cargadores más largos, sin seguro, y a menudo se equipaban con protectores del calor y con enganches para bayoneta que utilizaban la bayoneta M1917. Todavía existen descendientes de esta arma, en la forma de la escopeta de combate, y su prima la escopeta antidisturbios. También se sabe que los ANZAC y algunos soldados británicos emplearon la escopeta de cañón recortado en los saqueos nocturnos, por su poco volumen, efectividad en el cuerpo a cuerpo y facilidad de uso dentro de la trinchera. Sin embargo, esta práctica no era oficial, y se utilizaban escopetas civiles alteradas para su nuevo uso.
La granada, por su parte, se convirtió en la principal arma de la infantería en la guerra de trincheras. Ambos bandos fueron rápidos a la hora de entrenar escuadrones especialistas en bombardeos. La granada permitía al soldado atacar al enemigo sin exponerse directamente, y no requería la precisión del rifle para matar a un hombre. Los alemanes y turcos estaban bien equipados con granaderos desde el comienzo de la guerra, pero los británicos habían dejado de utilizarlos en la década de 1870 y no esperaban una guerra de asedio, con lo que al principio de la guerra los soldados tuvieron que improvisar bombas sobre la marcha, con lo que fuese que tuviesen a su disposición. A finales de 1915, los ingleses introdujeron una granada de mano propia, la Bomba Mills, y a finales de la guerra se habían usado 75 millones de ellas.

[editar] Ametralladoras

La ametralladora es posiblemente el arma más característica de la guerra de asedio, con la imagen de oleadas de infantería siendo abatidas por ráfagas de balas. Los alemanes ya habían empleado esta arma con anterioridad; en 1904 cada regimiento estaba equipado con una, y el personal que la manejaba eran unidades de infantería de élite. Después de 1915, el MG 08/15 era el estándar en el ejército alemán. Su número pasó a formar parte del idioma alemán, con el significado de "rutinario, nada especial, no digno de mención". En Galípoli y Palestina los turcos aportaban la infantería, pero normalmente eran los alemanes quienes manejaban las ametralladoras.
Puesto alemán de ametralladora.
El alto mando británico era más reacio a acoger este armamento, supuestamente por considerarlo "poco deportivo" y por pensar que animaba a la lucha defensiva, por lo que tardaron más que los alemanes en adoptarla. El mariscal de campo Sir Douglas Haig dijo en 1915: "The machine gun is a much overrated weapon; two per battalion is more than sufficient" (La ametralladora es un arma muy sobrevalorada; dos por batallón es más que suficiente),[1] lo cual acabó en un número récord de bajas británicas.
En 1915 se formó el Cuerpo de Ametralladoras, con la finalidad de proveer de suficientes equipos de ametralladoras pesadas al ejército. Fueron los canadienses los mejores en este campo, siendo los pioneros en técnicas como el fuego indirecto (pronto adoptadas por todos los ejércitos aliados) bajo la guía de un antiguo oficial de la reserva del ejército francés, el Mayor General Raymond Brutinel. Para satisfacer la demanda, la producción de la ametralladora Vickers se contrató con compañías de los Estados Unidos. Para 1917, todas las compañías de las fuerzas británicas estaban equipadas con cuatro ametralladoras ligeras Lewis, lo que incrementó significativamente su poder de fuego.
La ametralladora pesada era un arma de especialista, y en una guerra de trincheras se utilizaba de manera científica, con campos de fuego calculados cuidadosamente, de forma que en el momento en que se tuviese noticia de una explosión en el lugar exacto, se dirigiese contra el parapeto enemigo o contra la zona de alambrada destruida. También podía emplearse como artillería ligera, bombardeando trincheras distantes. Estas armas necesitaban un equipo de unas ocho personas para moverlas, mantenerlas y tenerlas abastecidas de munición.

[editar] Morteros

Los morteros eran armas que lanzaban proyectiles a una distancia relativamente corta y con trayectoria en forma de parábola. Fueron utilizados ampliamente como forma de atacar las trincheras frontales y cortar las alambradas en preparación de un asalto. En 1914, los británicos lanzaron un total de 545 granadas de mortero. En 1916 lanzaron más de 6.500.000.
El principal mortero británico era el mortero Stokes, que era el precursor del mortero moderno. Era un mortero ligero, pero fácil de usar y capaz de mantener una velocidad de disparo muy alta gracias al propulsor que se adhería a la granada. Para disparar un mortero Stokes, se dejaba caer la carga en un tubo y entraba automáticamente en ignición en el momento en que golpeaba el disparador del fondo.
Los alemanes empleaban una variedad de morteros. Los más pequeños eran lanzagranadas (Granatenwerfer) que disparaban bombas de racimo. Los morteros medianos recibían el nombre de lanzaminas (Minenwerfer), llamados "minnies" por los británicos. El mortero pesado se llamaba Ladungswerfer y lanzaba "torpedos aéreos" que contenían unos 90 kg de carga, a una distancia de más de 915 m (1 001 yd). El vuelo del misil era tan lento que los hombres que se encontraban en el objetivo podían intentar buscar refugio.

[editar] Artillería

La artillería dominaba el campo de batalla en la guerra de trincheras, del mismo modo que la fuerza aérea domina la guerra moderna. Un ataque de infantería raramente tenía éxito si se hacía más allá de la línea que cubría su artillería de apoyo. Además de disparar a la infantería enemiga, la artillería se enzarzaba en batallas con el enemigo para intentar de destruir sus baterías de cañones.
La artillería disparaba principalmente bombas de fragmentación, explosivas o, más adelante en la guerra, de gas. Los británicos también experimentaron con bombas incendiarias que hiciesen arder los bosques y las ruinas.
Cargando un obús
Los tipos de artillería eran de dos clases: cañones y obuses. Los cañones disparaban balas de alta velocidad sobre una trayectoria plana y a menudo se utilizaban para lanzar bombas de fragmentación y cortar la alambrada enemiga. Los obuses lanzaban el obús sobre una trayectoria alta, de forma que cayesen contra el suelo. Eran la artillería normalmente de mayor tamaño: el obús alemán de 420 mm pesaba 20 t y podía lanzar un obús de una tonelada a una distancia de 10 km.
Una característica crítica de las piezas de artillería modernas era el mecanismo de recarga hidráulico, que permitía que el cañón no tuviese que bajarse para recargarlo después de cada disparo. Inicialmente cada cañón necesitaba registrar su objetivo, lo cual alertaba al enemigo del inminente ataque. Hacia el final de 1917, las técnicas habían evolucionado de forma que no fuese necesario.

[editar] Gas

El gas lacrimógeno lo emplearon los franceses por primera vez en agosto de 1914, pero sólo servía para dejar al enemigo momentáneamente fuera de combate. En abril de 1915 los alemanes utilizaron por primera vez el cloro en la segunda batalla de Ypres. Una dosis lo suficientemente grande podía matar, aunque el gas era fácil de detectar tanto por el olfato como por la vista. Por otro lado, los que no morían por la exposición podían sufrir daños pulmonares permanentes.
El fosgeno, usado por primera vez en 1915, era el gas más mortífero empleado en la Primera Guerra Mundial. Era 18 veces más poderoso que el cloro y mucho más difícil de detectar. Sin embargo, el gas más efectivo era el gas mostaza, introducido por Alemania en julio de 1917. No era tan mortífero como el fosgeno, pero era difícil de detectar y permanecía en la superficie del campo de batalla y con ello podía causar bajas durante un período más prolongado. Las quemaduras que producía eran tan terroríficas que era muy raro que un herido por exposición al gas mostaza pudiera volver a estar capacitado para luchar de nuevo. Sólo el 2 % de los heridos por gas mostaza morían, principalmente por infecciones secundarias.
El primer método de empleo del gas era soltarlo desde un cilindro cuando el viento era favorable. Esta técnica era obviamente muy peligrosa, tanto por los eventuales cambios en el viento como por la posibilidad de que los cilindros fueran rotos en un bombardeo (puesto que era necesario ponerlos en la primera línea de batalla). Más tarde el gas se lanzaba mediante la artillería o el fuego de mortero.

[editar] Cascos

Durante el primer año de la Primera Guerra Mundial, ninguna de las naciones combatientes equipaba a sus tropas con cascos de acero. Los soldados que iban a la batalla utilizaban simples gorros de tela o de cuero que no ofrecían ninguna protección a las heridas por armas modernas. Las tropas alemanas empleaban el tradicional Pickelhaube de cuero (gorro terminado en un pico), con una cubierta de tela para proteger el cuero de las salpicaduras de lodo. Cuando la guerra entró en la fase de guerra de trincheras, el número de heridas letales que las tropas recibían por la fragmentación se incrementó dramáticamente.
Casco alemán Pickelhaube.
Los franceses fueron los primeros en ver la necesidad de una mayor protección e introdujeron los cascos de acero en el verano de 1915. El casco Adrian (diseñado por August-Louse Adrian) reemplazaba el tradicional quepis, y fue después adoptado por los ejércitos belga e italiano.
Casco Adrian de la infantería francesa.
Más o menos por esas fechas los británicos también estaban desarrollando sus propios cascos. El diseño francés fue rechazado por no ser lo suficientemente fuerte y por ser difícil de producir en masa. El modelo que finalmente se aprobó fue el casco Brodie (diseñado por John L. Brodie). Tenía un ala más ancha para proteger al soldado de objetos que cayesen desde el cielo, pero ofrecía menos protección a la altura del cuello. Cuando los estadounidenses entraron en la guerra, eligieron este diseño.
Casco de diseño Brodie de las fuerzas estadounidenses.
El tradicional pickelhaube fue reemplazado por el M1916 Stahlhelm (literalmente casco de acero) en 1916. Algunas tropas de élite italianas emplearon también un casco derivado de los modelos de la Antigua Roma.
Casco alemán modelo M1916 con pintura de camuflaje.
Sin embargo, ninguno de estos diseños estándar podía proteger la cara o los ojos. Se diseñaron protectores especiales para los artilleros, y los belgas probaron gafas de protección para proteger los ojos.

[editar] Alambradas

El uso del alambre de espino era decisivo a la hora de ralentizar a la infantería a través del campo de batalla. Sin él la infantería más rápida (o la caballería) podría cruzar las líneas y llegar a las bases y artillería enemiga. Una vez ralentizados, era más probable que acabasen abatidos por la artillería o por los defensores de infantería. Liddell Hart identificó el alambre de espino y la ametralladora como los elementos que había que vencer para poder recuperar la guerra móvil.
Las alambradas normalmente se construían por la noche en los sectores activos.

[editar] Fuerza aérea

La finalidad principal de las aeronaves en la guerra de trincheras era el reconocimiento y la observación de la artillería. El papel de los cazas era proteger a las aeronaves de reconocimiento amigas y destruir las enemigas, o al menos impedirles la libertad de movimientos. Esto suponía conseguir la superioridad aérea mediante la destrucción también de los cazas enemigos. Las aeronaves de localización seguirían la caída de las bombas durante el registro de la artillería. Las de reconocimiento harían un mapeo de las trincheras enemigas (primero con dibujos a mano, y más tarde con fotografías), un seguimiento del movimiento de tropas y la localización de las baterías de artillería enemigas para su destrucción con bombardeos. Los pilotos más ingeniosos llevaban consigo ladrillos para dejarlos caer sobre el enemigo en sus vuelos.

[editar] Otras armas

Los alemanes utilizaron lanzallamas (Flammenwerfer) durante la guerra, pero dado que la tecnología todavía estaba en sus comienzos, su valor era sobre todo psicológico.
A medida que la guerra iba avanzando, se usaron los aviones con misiles con aletas para que cayeran de punta.

[editar] Minas

Ambos bandos se verían envueltos en grandes competiciones de minados y contraminados. La tierra seca del Somme estaba especialmente preparada para la construcción de zapas. Sin embargo, con la ayuda de las bombas era también posible excavar en terrenos como Flandes. Había compañías especialistas en tunelados, normalmente formadas por personas que tenían experiencia civil como mineros de carbón, que construían túneles dentro de la tierra de nadie y debajo de las trincheras enemigas. Estas minas se rellenaban entonces de explosivos y eran detonadas, produciendo un gran cráter. Con ello se perseguían dos propósitos: destruir la trinchera enemiga y, gracias al montículo que producía alrededor del cráter, servir como "trinchera" cercana a la línea enemiga. Por ello, cuando se detonaba una mina, los dos bandos corrían para ocupar y fortificar el cráter.
Si los mineros detectaban un túnel enemigo, normalmente cavarían un contra-túnel, llamado camouflet, que sería detonado en un intento de destruir el otro túnel antes de tiempo. Asimismo se realizaban escaramuzas nocturnas con la finalidad expresa de destruir los trabajos enemigos. En alguna ocasión, los túneles se encontraban y se producía la lucha bajo tierra.
Estas actividades servían igualmente para poder mover a las tropas sin ser vistas. En una ocasión se trasladó una división entera a través de túneles interconectados sin que pudiesen ser observados por los alemanes.
Los británicos hicieron detonar una serie de minas el 1 de julio de 1916, el primer día de la Batalla del Somme. Las minas más grandes contenían 24 t de explosivos y fueron detonadas cerca de La Boiselle, lanzando la tierra hasta 1 220 m (4 003 pies) de altura.
A las 5.10 del 7 de junio de 1917, los británicos detonaron 19 minas para lanzar el ataque que comenzó la Batalla de Messines. La mina media contenía 21 t de explosivos, y las más grandes (a 38 m (42 yd) por debajo de St. Eloi) tenían el doble de esa cantidad. La fuerza combinada de explosivos llegó a sentirse supuestamente en Inglaterra. Las pérdidas entre los alemanes fueron de unos 10.000 hombres. El General Sir Charles Harrington comentó:
"No sé si cambiaremos la historia mañana, pero con seguridad alteraremos la geografía".
Se desplegaron otras tres minas en Messines que no fueron detonadas debido a que cambió la situación táctica. Una estalló durante una tormenta eléctrica en 1955, y las otras permanecen bajo tierra al día de hoy.
Los cráteres que dejaron éstas y otras minas en el frente occidental todavía son visibles.

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